La ofensiva no solo se ha dirigido contra infraestructura, sino también contra objetivos específicos, como la casa del director del Hospital Al Shifa, cuyo hermano y cuñada murieron en un bombardeo.

Además, Hamás ha denunciado el uso de carros no tripulados cargados con toneladas de explosivos en barrios residenciales como un "crimen de guerra" y un acto de "limpieza étnica". La magnitud de la violencia ha llevado a que una comisión independiente de la ONU, relatores de derechos humanos y un número creciente de países califiquen la ofensiva de genocidio, con un saldo que incluye más de 19.000 niños muertos.