El reconocimiento del Reino Unido, antigua potencia colonial y firmante de la Declaración Balfour, tiene una carga simbólica particular. Con esta decisión, Reino Unido y Canadá se convierten en los primeros países del G7 en dar este paso, sumándose a los más de 147 Estados que ya reconocían a Palestina y dejando a Estados Unidos más aislado en su postura dentro del Consejo de Seguridad. El presidente francés, Emmanuel Macron, justificó la decisión con la anáfora "Ha llegado la hora", subrayando la urgencia de actuar antes de que la expansión de los asentamientos israelíes haga inviable la solución de dos Estados. Sin embargo, el reconocimiento no es incondicional; Francia supeditó la apertura de una embajada a la liberación de los rehenes en poder de Hamás, y otros países exigieron reformas en la Autoridad Palestina y que Hamás no tenga un papel en el futuro Estado. La Autoridad Palestina aplaudió la decisión como un "paso importante y necesario", mientras que los habitantes de Gaza la recibieron con un optimismo cauto, esperando que se traduzca en acciones concretas para frenar la ofensiva israelí.
