Esta postura intransigente subraya la brecha cada vez mayor entre Israel y una parte significativa de la comunidad internacional, incluyendo a varios de sus aliados tradicionales.
El primer ministro Benjamín Netanyahu ha sido categórico en su oposición, declarando en un video: “Eso no sucederá.
No se establecerá un Estado palestino al oeste del río Jordán”.
Su gobierno argumenta que tal reconocimiento es una "victoria para Hamás".
En una línea similar, el ministro de Exteriores, Gideon Saar, calificó la decisión de países como Reino Unido y Canadá de "inmoral", "indignante" y "especialmente repugnante". Esta retórica contrasta fuertemente con la de líderes como el presidente francés Emmanuel Macron, quien afirmó que el reconocimiento constituye, en realidad, una derrota para Hamás y para quienes "incitan al odio antisemita". La postura de Israel lo aísla aún más en el escenario global, especialmente en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos ha tenido que usar su poder de veto en solitario en seis ocasiones desde el inicio de la guerra para bloquear resoluciones que pedían un alto el fuego. La insistencia de Tel Aviv en impedir un Estado palestino, junto con la expansión de asentamientos en Cisjordania, es vista por muchos como el principal obstáculo para una paz duradera.