Esta resistencia no es una elección fácil, sino una respuesta a una realidad brutal: las supuestas “zonas humanitarias seguras” en el sur, como Al-Mawasi, también son bombardeadas.
Dichas áreas han sufrido más de 110 ataques que han dejado más de 2.000 muertos registrados.
Las condiciones en el sur son extremas, con ausencia de acceso a agua, alimentación y refugio seguro, lo que ha hecho la vida “casi imposible”. De hecho, la oficina de medios informó que más de 22.000 gazatíes han regresado desde el sur a sus barrios originales en el norte, a pesar de los peligros. Los palestinos ven las órdenes de evacuación como parte de un plan para la “colonización de sus hogares y calles”. Esta determinación se resume en el testimonio de un residente de Ciudad de Gaza: “Nos quedaremos hasta el final, no tenemos plan B”. Para muchos, permanecer en sus tierras, aunque estén en ruinas, es el último acto de resistencia contra lo que consideran un intento de limpieza étnica.