Organismos internacionales advierten sobre un “colapso total” del enclave palestino.
Cerca de dos millones de personas han sido desplazadas en un territorio donde viviendas, escuelas, universidades y hospitales han sido destruidos casi por completo. La Oficina de Medios del Gobierno de Gaza ha calificado la situación como un “crimen de desplazamiento forzado permanente”. La ONU ha confirmado la existencia de una “hambruna provocada por el hombre”, producto del bloqueo israelí al ingreso de alimentos y suministros básicos. Las supuestas “zonas humanitarias seguras” designadas por Israel en el sur, como Al-Mawasi, han sido bombardeadas más de 110 veces, causando más de 2.000 muertes.
La situación es tan insostenible que huir se ha vuelto un lujo: la UNRWA denunció que el costo para una sola familia que busca refugio asciende a aproximadamente 3.180 dólares. El cirujano francés François Jourdel, tras una misión con Médicos Sin Fronteras, describió lo que queda de Gaza como “dolor, lágrimas y sangre”, afirmando que no hay ningún lugar seguro en el enclave. La combinación de hambruna, destrucción de infraestructura y desplazamiento amenaza con borrar la vida civil de la región, en lo que un analista describió como un previsible “colapso total de Gaza”.