Un ataque aéreo israelí en Doha, capital de Qatar, contra líderes de Hamás, ha desatado una crisis diplomática en Medio Oriente. La acción, calificada como una violación de la soberanía qatarí, pone en jaque los esfuerzos de mediación y ha provocado una condena generalizada de países árabes e islámicos. El ataque del 9 de septiembre, que buscaba eliminar físicamente a representantes de Hamás, fue descrito como una “violación flagrante de todas las leyes y normas internacionales”. La acción es particularmente sensible, ya que Qatar ha estado liderando los esfuerzos de mediación entre Israel y Hamás por solicitud de Estados Unidos y el propio Israel. Este hecho, considerado insólito en la historia del derecho internacional, torpedea el proceso de negociación para un cese al fuego y la liberación de rehenes. La reacción internacional fue inmediata, con condenas de países como Alemania, Francia, España, Turquía y varias naciones latinoamericanas.
En respuesta, más de 50 países árabes e islámicos se reunieron en Doha para formar un frente unido en solidaridad con el emirato. Varios gobiernos, incluso aliados de Washington, interpretaron la inacción estadounidense ante el ataque como un acto de “traición” que los deja desprotegidos frente a las agresiones israelíes. Las autoridades de Qatar afirmaron que “no tolerarán el comportamiento imprudente de Israel” y rechazaron las comparaciones hechas por Netanyahu entre Hamás y Al-Qaeda. El Consejo de Seguridad de la ONU también condenó el ataque, lo que subraya el aislamiento de la postura israelí en este asunto.
En resumenEl ataque de Israel en Doha contra negociadores de Hamás ha provocado una condena internacional generalizada y una crisis diplomática. La acción socava el papel de Qatar como mediador clave y ha unido a los países árabes e islámicos en una postura común contra la agresión israelí, aumentando la tensión en la región.