En respuesta, más de 50 países árabes e islámicos se reunieron en Doha para formar un frente unido en solidaridad con el emirato. Varios gobiernos, incluso aliados de Washington, interpretaron la inacción estadounidense ante el ataque como un acto de “traición” que los deja desprotegidos frente a las agresiones israelíes. Las autoridades de Qatar afirmaron que “no tolerarán el comportamiento imprudente de Israel” y rechazaron las comparaciones hechas por Netanyahu entre Hamás y Al-Qaeda. El Consejo de Seguridad de la ONU también condenó el ataque, lo que subraya el aislamiento de la postura israelí en este asunto.