Un ataque aéreo israelí sin precedentes en Doha, capital de Qatar, contra líderes de Hamás ha generado un amplio repudio internacional y ha puesto en jaque los esfuerzos de mediación para un cese al fuego en Gaza. Esta acción, calificada como una violación de la soberanía qatarí, ha provocado una grave crisis diplomática en Oriente Medio. El 9 de septiembre, Israel bombardeó la capital qatarí con el objetivo de eliminar a representantes de Hamás que participaban en negociaciones. El ataque fue condenado de forma casi inmediata por numerosos Estados, entre ellos Alemania, Francia, España, Reino Unido y varios países árabes y latinoamericanos, así como por el Consejo de Seguridad de la ONU. La acción fue particularmente grave dado que Qatar, a solicitud de Estados Unidos e Israel, ha sido el principal mediador en el conflicto durante casi dos años.
En respuesta, Qatar convocó una cumbre de emergencia con más de 50 países árabes e islámicos para formar un frente diplomático común.
El primer ministro qatarí advirtió que el ataque “pone fin a toda esperanza” de liberar a los rehenes que permanecen en Gaza. La agresión colocó a Estados Unidos en una posición incómoda, ya que en Qatar se ubica su principal base militar en la región.
El presidente Donald Trump calificó el ataque de “imprudente”, mientras Israel insistía en que continuaría persiguiendo a Hamás.
Este episodio ha sido interpretado como un intento de Israel por sabotear cualquier salida negociada al conflicto, cerrando la puerta a un posible cese al fuego y al intercambio de rehenes por prisioneros palestinos.
En resumenEl bombardeo de Israel en Doha contra negociadores de Hamás provocó una condena internacional generalizada, saboteó el proceso de paz mediado por Qatar y generó una crisis diplomática que complica los esfuerzos de Estados Unidos por estabilizar la región.