La ofensiva, confirmada por la oficina del primer ministro Benjamín Netanyahu, fue descrita como una "operación israelí totalmente independiente" de la cual Israel asume "toda la responsabilidad".
Según medios israelíes, en el ataque participaron 15 aviones de combate que dispararon 10 municiones de precisión contra un complejo residencial utilizado por el grupo islamista. El objetivo era la cúpula política de Hamás, específicamente la delegación que se encontraba discutiendo la última propuesta de alto el fuego impulsada por Estados Unidos. Aunque el ataque dejó al menos seis muertos, fuentes de Hamás negaron que miembros del liderazgo o del equipo negociador estuvieran entre las víctimas. La acción fue justificada por Israel como una respuesta al atentado en Jerusalén del día anterior y como parte de su misión de eliminar a los responsables de la masacre del 7 de octubre de 2023. Este bombardeo en la capital de un país mediador es un hecho insólito en la historia del derecho internacional y demuestra que Netanyahu está dispuesto a eliminar las limitaciones en su guerra contra Hamás, sin importar el costo diplomático o el impacto en las negociaciones.