Estas acciones representan una respuesta directa a los ataques hutíes contra Israel y marcan una peligrosa expansión del teatro de operaciones militares.
Tras el ataque israelí en Doha, Israel lanzó nuevos bombardeos en Yemen que causaron decenas de muertos en las provincias de Saná y Jawf. Según el ejército israelí, los puntos militares atacados, que incluían bases y almacenes de combustible, "sirvieron al régimen hutí para planificar y ejecutar ataques terroristas". Estos ataques se producen en un contexto de creciente tensión entre Israel y los rebeldes hutíes, quienes cuentan con el respaldo de Irán y han estado lanzando misiles hacia territorio israelí en solidaridad con los palestinos de Gaza. El ejército israelí confirmó la interceptación de al menos un misil lanzado desde Yemen. La decisión de Israel de atacar directamente en territorio yemení, un día después de su operación en Catar, demuestra una postura militar cada vez más proactiva y dispuesta a confrontar a los aliados de Hamás en toda la región, arriesgando una conflagración a mayor escala.