La respuesta de Israel no se limitó al ataque en Catar. En Cisjordania, el ejército israelí ordenó el cierre total de la zona de donde provenían los atacantes, una medida que fue interpretada por los palestinos como un "castigo colectivo". Esta acción se enmarca en un recrudecimiento general de las operaciones israelíes en Cisjordania, que han continuado en paralelo a la ofensiva en la Franja de Gaza. La conexión directa establecida por el gobierno de Netanyahu entre el atentado en Jerusalén y el bombardeo en Doha ilustra una estrategia de represalia inmediata y de ampliación del teatro de operaciones, vinculando los actos de resistencia palestina en los territorios ocupados con la cúpula de Hamás en el extranjero.
