El ataque israelí en Doha asestó un golpe devastador a los frágiles esfuerzos diplomáticos para alcanzar un alto el fuego en Gaza y asegurar la liberación de los rehenes. La ofensiva ocurrió precisamente cuando los líderes de Hamás se encontraban discutiendo una propuesta de tregua impulsada por Estados Unidos, lo que ha sido interpretado como un sabotaje al proceso de paz. Fuentes de alto rango de Hamás declararon a Al Jazeera que los dirigentes del movimiento fueron atacados "mientras discutían la propuesta del presidente estadounidense Donald Trump para un alto el fuego en Gaza".
Esta acción ha puesto en grave riesgo cualquier posibilidad de avanzar en las negociaciones. El primer ministro de Catar advirtió que el ataque "pone fin a toda esperanza" de liberar a los 48 rehenes israelíes que permanecen en la Franja de Gaza. A pesar de la agresión, el primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, afirmó que su país no se dejará disuadir y continuará con su rol mediador en la región.
Sin embargo, la confianza necesaria para cualquier diálogo ha quedado seriamente comprometida.
Mientras Hamás se mostraba dispuesto a negociar bajo ciertas condiciones, el ataque de Israel fue percibido como una muestra de que el gobierno de Netanyahu prioriza la acción militar sobre la vía diplomática, poniendo en peligro no solo el futuro de las conversaciones, sino también la vida de los rehenes.
En resumenLa ofensiva en Doha ha paralizado las negociaciones de paz, erosionando la confianza entre las partes y poniendo en jaque el rol de los mediadores. Este acto de agresión ha dejado el destino de los rehenes y la posibilidad de un alto el fuego en un estado de máxima incertidumbre.