Una anciana con discapacidad relató: “¿Adónde iremos?

Para conseguir transporte hacia el sur hay que pagar casi 4.000 séqueles [1.000 euros]... Es como si cada día la guerra comenzara de nuevo, pero mucho peor, porque estamos totalmente agotados, no tenemos voluntad ni fuerzas para seguir”.

Un trabajador sanitario describió la elección como una entre “dos muertes: morir en un bombardeo o la muerte lenta del desplazamiento”.

Las cifras respaldan la magnitud de la tragedia: el 80% de la población palestina ha sido obligada a desplazarse, el 70% de las viviendas han sido destruidas y el 81% de las tierras agrícolas arrasadas, según informes citados. Esta política de desplazamiento forzado, sumada a la destrucción de infraestructura y el bloqueo de ayuda, es vista por los críticos como una estrategia deliberada para provocar la destrucción física de la población palestina.