La Liga Árabe calificó el ataque como una violación a la soberanía de Qatar y expresó su pleno respaldo al país. A nivel de potencias regionales, Irán, un aliado clave de Hamás, describió la operación como una “acción extremadamente peligrosa y criminal”, mientras que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, la catalogó como un “acto criminal” en una llamada con el emir qatarí.
Jordania y Emiratos Árabes Unidos también se sumaron a las condenas.
El presidente palestino, Mahmud Abás, denunció el “brutal ataque israelí” como una “violación flagrante del derecho internacional”. La gravedad del incidente llevó a que las representaciones de Pakistán y Argelia solicitaran una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para revisar el ataque y sus efectos inmediatos. Esta reacción concertada del mundo árabe y musulmán, junto con la preocupación expresada por otras naciones, aisló diplomáticamente a Israel tras la operación y puso de relieve los crecientes riesgos de una expansión regional del conflicto.