Israel ejecutó un ataque aéreo sin precedentes en Doha, capital de Qatar, contra altos mandos de Hamás, desatando una grave crisis diplomática en Medio Oriente. La operación, denominada "Cumbre de Fuego", representa una escalada significativa en la guerra de Israel contra el movimiento islamista, al ser la primera acción militar israelí registrada en territorio qatarí. La ofensiva, llevada a cabo por 15 aviones de combate que dispararon 10 municiones, fue confirmada y reivindicada por la oficina del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que asumió total responsabilidad declarando: “Israel la inició, la llevó a cabo, e Israel asume toda la responsabilidad”. El objetivo declarado eran miembros de la cúpula política de Hamás, a quienes Israel considera “directamente responsables de la brutal masacre del 7 de octubre”.
Sin embargo, el ataque no logró su objetivo principal.
Hamás reconoció la muerte de cinco de sus miembros, pero negó que entre las víctimas se encontraran los líderes de su delegación negociadora. Irónicamente, el bombardeo se produjo mientras la delegación del grupo islamista discutía la última propuesta de alto al fuego impulsada por Estados Unidos.
Qatar, anfitrión de las negociaciones y aliado clave de EE. UU., condenó enérgicamente el ataque, calificándolo de “agresión criminal”, “violación flagrante de las leyes internacionales” y un acto “cobarde” que amenaza la seguridad regional. La acción militar ha sido interpretada como una muestra de que el gobierno de Netanyahu pone cada vez menos límites en su ofensiva para eliminar a Hamás, incluso a costa de un alto precio diplomático y el posible colapso de los esfuerzos de paz.
En resumenEl audaz ataque aéreo de Israel en Doha, aunque no logró eliminar a los principales líderes de Hamás, marcó una peligrosa escalada del conflicto, violando la soberanía de Qatar y poniendo en grave riesgo las frágiles negociaciones de paz mediadas por este país y Estados Unidos.