Uno de los artículos cita explícitamente el "uso del hambre como arma de guerra", una acusación grave bajo el derecho internacional. Esta denuncia se sustenta en la evidencia de una hambruna declarada que afecta a toda la población, con consecuencias devastadoras, especialmente para los niños, de los cuales 450.000 están en riesgo crítico de desnutrición. La táctica se materializa a través de múltiples acciones documentadas: el bloqueo sistemático de la ayuda humanitaria, la destrucción de infraestructura vital para la producción y distribución de alimentos, y los ataques directos a la población civil que busca desesperadamente comida. Un artículo describe la situación con crudeza, mencionando "disparos a la cabeza de los que mueren de hambre". Esta estrategia no solo busca debilitar a Hamás, sino que castiga colectivamente a toda la población civil, haciendo la supervivencia casi imposible y exacerbando una catástrofe humanitaria que ya ha alcanzado niveles sin precedentes.
La comunidad internacional ha señalado que estas acciones constituyen una violación flagrante de los Convenios de Ginebra y refuerzan las acusaciones de crímenes de guerra y lesa humanidad contra los líderes israelíes.