El ejército israelí justifica estas acciones argumentando que Hamás utiliza estas estructuras con fines terroristas, una afirmación que el movimiento islamista califica de "mentiras descaradas". Más allá de los edificios emblemáticos, la ofensiva ha sido descrita como una política de exterminio que ha abolido de facto la distinción entre objetivos civiles y militares. La Relatora Especial de la ONU, Francesca Albanese, ha documentado ataques deliberados contra hospitales, escuelas y viviendas. La destrucción sistemática de la infraestructura vital no solo causa muertes directas, sino que también hace imposible la vida en el enclave, contribuyendo a la crisis humanitaria y al desplazamiento forzado de la población. La imagen que emerge es la de una ciudad convertida en ruinas, donde cada edificio en pie es un objetivo potencial, en una estrategia que parece orientada a hacer inhabitable el territorio.