Sin embargo, estas justificaciones son cuestionadas por denuncias sobre presuntas campañas de desinformación para legitimar sus acciones militares.
La respuesta oficial de Israel a los ataques que causan víctimas civiles sigue un patrón recurrente. Tras el bombardeo al Hospital Nasser, la oficina del primer ministro Benjamin Netanyahu lo calificó como un “trágico accidente” y un “contratiempo”, mientras que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron que “lamentan cualquier daño a personas no implicadas” y anunciaron una “investigación exhaustiva”. Insisten en que su guerra es contra los “terroristas de Hamás” y que no atacan deliberadamente a periodistas o civiles. Sin embargo, esta narrativa es desafiada por informes que denuncian tácticas de desinformación.
Una investigación periodística reveló la existencia de una unidad secreta del ejército israelí dedicada a moldear la opinión pública, presentando a periodistas palestinos como agentes de Hamás para justificar los ataques en su contra. Según los analistas, esta estrategia busca silenciar a los reporteros y controlar el flujo de información en uno de los conflictos más mortíferos para la prensa. Otro ejemplo de esta presunta campaña de propaganda fue la visita organizada para 'influencers' a Gaza con el fin de fortalecer la narrativa de que no existe una hambruna en la región, contradiciendo los informes de múltiples organizaciones humanitarias. Estas acciones sugieren un esfuerzo coordinado para gestionar la percepción internacional del conflicto, más allá de las justificaciones oficiales de errores o daños colaterales.