El gobierno egipcio aseguró que los países contactados por Israel para recibir a los gazatíes se han negado a participar en dicho plan.
La postura de Egipto es crucial en el contexto del conflicto, dado su papel como mediador histórico y su frontera compartida con la Franja de Gaza.
El Cairo calificó los planes de desplazamiento como “reprobables” y afirmó haberse comunicado con otras naciones que también habrían sido sondeadas por Israel, confirmando una negativa generalizada a aceptar refugiados palestinos. Esta posición subraya la preocupación regional de que un desplazamiento masivo se convierta en una expulsión permanente, alterando el equilibrio demográfico y político del Medio Oriente. La negativa de los países árabes a acoger a los gazatíes se fundamenta en el principio de que la solución al conflicto palestino-israelí no puede implicar la despoblación de Gaza. El plan israelí de reubicar a miles de palestinos hacia el sur del enclave, en vísperas de una nueva ofensiva, es visto no como una medida humanitaria temporal, sino como una estrategia para vaciar el territorio. Esta percepción es compartida por diversas organizaciones de derechos humanos, que advierten sobre el riesgo de crímenes de guerra y una catástrofe humanitaria de mayores proporciones si se lleva a cabo el desplazamiento forzoso.