Las stablecoins continúan ganando terreno en América Latina como una herramienta para pagos y remesas, pero su auge también ha generado advertencias por parte de los reguladores. Mientras empresas como Tether invierten para impulsar la adopción de USDT y grandes corporaciones como Toyota las utilizan para sus operaciones, autoridades como el Banco de la República de Colombia alertan sobre los posibles riesgos para la estabilidad monetaria. La adopción de stablecoins en la región ha crecido a una “velocidad muy interesante”, según Juan Afanador de Cinko, quien considera que los pagos transfronterizos son el principal caso de uso. Esta tendencia es impulsada por inversiones estratégicas, como la de Tether en la plataforma brasileña Parfin para acelerar la adopción institucional de USDT. Además, empresas como Toyota están transformando sus pagos en la región al adoptar estratégicamente las stablecoins en un entorno volátil.
Sin embargo, este crecimiento exponencial no está exento de preocupaciones.
Hernando Vargas, gerente técnico del Banco de la República de Colombia, advirtió que la expansión de emisores privados de stablecoins fuera del perímetro regulatorio “puede afectar la estabilidad del sistema monetario actual”. Calificó el fenómeno como un “riesgo sistémico latente” debido a que estos activos carecen de respaldos como el seguro de depósitos o el acceso a la liquidez del banco central, lo que podría generar corridas y contagiar al sistema financiero tradicional. Mireya Acosta, de Coloca Payments, señaló que el uso creciente de stablecoins permite a la región superar limitaciones y expandir sus servicios al mundo, mientras que Grupo SU RED en Colombia prevé que pronto se integrarán como una opción clave para recibir y enviar remesas.
En resumenLa adopción de stablecoins en América Latina crece impulsada por casos de uso en pagos y remesas, con inversiones de actores clave como Tether. No obstante, este avance va acompañado de una creciente preocupación por parte de reguladores como el Banco de la República de Colombia sobre los riesgos sistémicos y la necesidad de un marco de supervisión adecuado.