Las crecientes tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, junto con la expectativa de una política monetaria más laxa por parte de la Reserva Federal, llevaron a los inversores a buscar activos seguros. Analistas como los de Bank of America y Société Générale proyectan que el oro podría alcanzar los USD 5.000 por onza hacia 2026, respaldado por una demanda sostenida de los bancos centrales.
Este fenómeno ha tenido un impacto directo en el mercado de criptomonedas. La correlación entre Bitcoin y el oro aumentó a más de 0,85, ya que ambos activos atrajeron a inversores en busca de estabilidad. Varios analistas sugieren que el capital podría rotar desde el oro hacia Bitcoin, argumentando que la criptomoneda ofrece una alternativa digital con un mayor potencial de crecimiento. Esta tesis se ve reforzada por el hecho de que, históricamente, los mínimos en la relación Bitcoin-oro han precedido a grandes carreras alcistas para la criptomoneda. Además, el auge del oro ha beneficiado a los activos tokenizados respaldados por el metal, con stablecoins vinculadas al oro mostrando rendimientos positivos mientras el resto del mercado cripto caía.













