Este repunte fue impulsado por la incertidumbre económica global, la renovada preocupación por una guerra comercial entre EE.

UU. y China, y las compras masivas por parte de bancos centrales.

La plata también se unió al rally, alcanzando un récord de 51,70 dólares por onza. Analistas y expertos del mercado, como los de Deutsche Bank, destacaron que el aumento del oro en las reservas de los bancos centrales podría anticipar la trayectoria futura de Bitcoin como un activo de reserva. La correlación entre Bitcoin y el oro superó el 0,85, ya que ambos activos atrajeron a inversores que buscaban estabilidad. El economista Peter Schiff, aunque crítico de Bitcoin, advirtió que el aumento del oro podría señalar un "desastre económico" inminente, mientras que otros, como Robert Kiyosaki, declararon la muerte de las estrategias de inversión tradicionales y señalaron a Bitcoin y los metales preciosos como el camino hacia la libertad financiera. Este comportamiento paralelo sugiere que los inversores ven cada vez más a ambos activos como coberturas esenciales contra la devaluación de las monedas fiduciarias y la inestabilidad macroeconómica.