La adopción de criptoactivos por parte de instituciones financieras tradicionales se está acelerando, con grandes bancos explorando la creación de stablecoins y abriendo el acceso a productos de inversión en criptomonedas para sus clientes. Este movimiento indica una mayor integración de los activos digitales en el sistema financiero global y una creciente aceptación por parte de Wall Street. Un grupo de diez grandes bancos, entre los que se mencionan gigantes como Goldman Sachs, Santander, Deutsche Bank y Bank of America, están estudiando la creación de una stablecoin vinculada a las divisas del G7. La iniciativa busca explorar los "beneficios de los activos digitales" y llevar nuevos productos al mercado, lo que representa un paso significativo hacia la adopción de la tecnología blockchain para pagos y liquidaciones a gran escala.
En paralelo, Morgan Stanley ha decidido abrir el acceso a fondos de criptomonedas a todos sus clientes de gestión patrimonial. Inicialmente, la oferta se centrará en fondos de Bitcoin de gestoras como BlackRock y Fidelity, con planes de expandir las opciones en el futuro, permitiendo la exposición a través de cualquier tipo de cuenta. Esta decisión democratiza el acceso a la inversión en criptoactivos para una base de clientes más amplia.
Otras instituciones como BNY Mellon también están explorando depósitos tokenizados para modernizar su red de pagos diarios, que gestiona 2,5 billones de dólares. Mientras tanto, encuestas como la de State Street revelan que casi el 60% de los inversores institucionales planean aumentar sus asignaciones en criptoactivos, proyectando que podrían alcanzar hasta el 16% de sus carteras para 2028. Estos desarrollos demuestran que las finanzas tradicionales (TradFi) ya no ven las criptomonedas como un nicho, sino como una clase de activo con potencial estratégico.
En resumenLa creciente participación de los principales bancos mundiales en la exploración de stablecoins y la apertura de productos de inversión en cripto por parte de firmas como Morgan Stanley marcan un punto de inflexión en la adopción institucional. Estos movimientos señalan una integración más profunda de los activos digitales en las finanzas tradicionales, impulsada por la demanda de los clientes y el reconocimiento del potencial de la tecnología blockchain.