Este rally ha sido impulsado por una fuerte demanda de inversores que buscan activos de refugio en un contexto de creciente incertidumbre geopolítica y económica a nivel mundial.
La escalada del metal precioso está directamente vinculada a varios factores macroeconómicos.
El cierre parcial del gobierno en Estados Unidos y la inestabilidad política en Europa, particularmente en Francia, han mermado la confianza en los activos tradicionales y en divisas como el dólar. En consecuencia, tanto inversores institucionales como bancos centrales, como el Banco Popular de China, han intensificado sus compras de oro para diversificar sus reservas y protegerse contra la volatilidad. Adicionalmente, las expectativas de que la Reserva Federal de EE. UU. implemente nuevos recortes en las tasas de interés para estimular la economía hacen que el oro, un activo que no genera intereses, sea comparativamente más atractivo.
Analistas de mercado como Peter Schiff han advertido que este aumento podría ser una señal de problemas económicos inminentes. Este fenómeno ha fortalecido la narrativa de Bitcoin como “oro digital”, ya que ambos activos han registrado repuntes simultáneos. Expertos como los de VanEck sugieren que el alza del oro implica un “valor equivalente” de hasta USD 644.000 para Bitcoin, reforzando la idea de que ambos compiten como los principales activos de refugio en la era moderna.













