A continuación, el análisis.
El concepto de representar activos tradicionales en una cadena de bloques está avanzando rápidamente gracias a la colaboración entre gestores de activos de Wall Street y empresas de criptomonedas. Un ejemplo destacado es la conexión que Ripple ha establecido entre el fondo tokenizado BUIDL de BlackRock y su propia stablecoin empresarial, RLUSD.
Esta integración acelera la tokenización institucional al permitir acceso 24/7 a activos del mundo real a través de la tecnología blockchain. Por su parte, el gestor de activos Franklin Templeton ha expandido su plataforma de tokenización, Benji, a la BNB Chain, permitiendo que sus productos de inversión tokenizados estén disponibles en una de las redes más grandes del ecosistema cripto.
La tendencia también se extiende a las acciones corporativas. SharpLink, una empresa con una de las mayores tesorerías públicas de ETH, ha notificado a la SEC sus planes para tokenizar sus acciones ordinarias en la plataforma Open Bell de Superstate, lo que permitiría a los inversores negociar sus títulos directamente en la blockchain de Ethereum. El potencial de esta tecnología no ha pasado desapercibido para los reguladores. La SEC de Estados Unidos ha mantenido discusiones con gestores de activos como Vaneck sobre un plan de trabajo para la tokenización regulada, lo que indica un movimiento hacia un marco normativo más claro. La utilidad de los activos tokenizados ya se está demostrando en el espacio DeFi, con plataformas como Bybit anunciando que aceptarán un fondo de mercado monetario tokenizado como garantía, lo que aumenta la liquidez y las opciones de colateral en las finanzas descentralizadas.