Los estafadores han sofisticado sus tácticas mediante el uso de inteligencia artificial para crear identidades falsas y automatizar la difusión de mensajes fraudulentos en redes sociales, ampliando masivamente su alcance. Las señales de alerta para los usuarios incluyen promesas de rentabilidad asegurada, falta de transparencia sobre el modelo de negocio y una fuerte presión para reclutar a nuevos participantes. El impacto de estos fraudes es significativo, no solo para las víctimas individuales, sino también para la economía en general.

Según un estudio, por cada peso perdido en un fraude en Colombia, las empresas asumen un costo real 3,76 veces mayor debido a gastos legales, operativos y de reputación. La situación subraya la importancia de que los usuarios verifiquen la legitimidad de las plataformas y desconfíen de ofertas que parecen demasiado buenas para ser verdad, mientras las autoridades trabajan en un marco regulatorio que proteja a los ciudadanos.