Las autoridades monetarias europeas están desarrollando una estrategia dual para el futuro del dinero digital. Por un lado, el BCE promueve activamente el desarrollo del euro digital, presentándolo como un ancla de estabilidad y un respaldo para el sistema financiero en caso de crisis. Piero Cipollone, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, argumentó ante el Parlamento Europeo que esta moneda digital de banco central (CBDC) es crucial para contrarrestar la creciente influencia de stablecoins extranjeras y, así, mejorar la “autonomía estratégica” de la eurozona. Sin embargo, esta iniciativa no ha estado exenta de críticas, y algunos legisladores de la UE han expresado su escepticismo sobre el diseño, la privacidad y la utilidad real del proyecto. Simultáneamente, el BCE está aumentando la presión regulatoria sobre las stablecoins emitidas por entidades privadas.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha hecho un llamado a un cumplimiento regulatorio más estricto, insistiendo en que estas monedas deben adherirse a normativas equivalentes a las de la UE para poder operar en otras jurisdicciones. Este doble enfoque revela una clara intención del BCE de posicionar su propia CBDC como la opción preferente y, al mismo tiempo, establecer barreras regulatorias elevadas para sus competidores del sector privado.