Tras su lanzamiento, el token WLFI se desplomó más de un 40 %, causando pérdidas millonarias a los inversores, incluidas algunas "ballenas". En respuesta a la caída, el proyecto propuso una quema de tokens, utilizando las comisiones del protocolo para recomprar y destruir WLFI, con el objetivo de reducir la oferta y aumentar su valor. Además, la empresa defendió su decisión de incluir en una lista negra 272 monederos de criptomonedas, calificándola como una medida protectora y no punitiva para salvaguardar el ecosistema.