Esta estrategia no solo busca proteger el capital contra la inflación, sino también capitalizar la apreciación a largo plazo del activo.

A esta ola se suman importantes actores del sistema financiero tradicional, como U.S.

Bank, que ha reanudado sus servicios de custodia de Bitcoin, respondiendo a la creciente demanda de sus clientes institucionales. La entrada de estos gigantes bancarios legitima aún más a Bitcoin como una clase de activo invertible. Además, la creación de vehículos de inversión regulados, como los ETFs de Bitcoin, ha facilitado el acceso para inversores que prefieren no gestionar directamente el activo digital, canalizando cientos de millones de dólares al mercado. Analistas señalan que esta acumulación sostenida por parte de corporaciones y gestores de fondos reduce la oferta líquida de Bitcoin disponible en el mercado, lo que puede generar un soporte de precios y potenciar futuras tendencias alcistas. La percepción de Bitcoin está evolucionando de un activo puramente especulativo a un componente estratégico del capital productivo, desafiando el papel tradicional del oro como principal reserva de valor.