Posteriormente, otros dos, identificados como Johan Sebastián Naranjo Pérez y Luis Alejandro Jaramillo Salas, se entregaron voluntariamente.

Esto deja a 15 individuos aún en libertad.

El comando de la Policía de Urabá ha intensificado la búsqueda, estableciendo puestos de control en rutas clave hacia Medellín, como en Uramita y Cañasgordas, para evitar que los fugitivos abandonen la región. Para incentivar la cooperación ciudadana, la recompensa por información que conduzca a su recaptura se ha duplicado de cinco a diez millones de pesos por fugitivo.

Versiones preliminares sugieren que los reclusos usaron colchones y mantas para amortiguar el ruido mientras rompían el muro durante varios días. El incidente también pone de relieve el grave hacinamiento en los centros de detención transitoria, un problema previamente señalado por organizaciones de derechos humanos, que pudo haber contribuido a la brecha de seguridad. Se ha iniciado una investigación disciplinaria interna para determinar las circunstancias de la fuga.