Bajo la narrativa de un “tesoro verde” para enfrentar la crisis climática, políticos y empresarios promueven la expansión de estas plantaciones industriales. Sin embargo, las investigaciones periodísticas revelan una realidad más oscura, descrita sin rodeos como “No es bosque, es despojo”. El modelo de negocio se basa en la conversión de sabanas, ecosistemas de gran valor ecológico y cultural, en monocultivos, un proceso que implica la acumulación de grandes extensiones de tierra y la expulsión de comunidades indígenas que han habitado y cuidado estos territorios ancestralmente. Este fenómeno se inscribe en una de las transformaciones ecológicas más grandes y aceleradas del país, y pone de manifiesto un grave conflicto de justicia territorial y ambiental. La situación en Vichada evidencia cómo las narrativas sobre sostenibilidad y lucha contra el cambio climático pueden ser instrumentalizadas para favorecer intereses económicos, perpetuando ciclos históricos de despojo y marginación contra los pueblos indígenas, quienes ven amenazados no solo sus medios de vida, sino su propia existencia cultural.
