La frustración fue tal que, posteriormente, surgieron rumores infundados que sugerían que el equipo había "vendido el partido". Esta situación escaló al punto que Dayro Moreno, goleador y referente del equipo, tuvo que salir a desmentir públicamente dichas acusaciones.

En sus declaraciones, el delantero fue enfático: "Ni por la cabeza nos pasa vender un partido, fueron cosas de fútbol, somos una familia y tenemos nuestra conciencia tranquila". Moreno admitió el profundo impacto emocional de la derrota, afirmando que "fue un partido que nos dolió mucho a todos". Este episodio refleja no solo el golpe deportivo que significó quedar fuera de la Sudamericana, sino también la tensión y el desgaste que la alta competencia internacional puede generar en un plantel, afectando su estabilidad y desempeño general.