Las sanciones incluyen multas económicas millonarias y restricciones deportivas que afectarán a ambos equipos a largo plazo en competiciones continentales.

Independiente de Avellaneda, además de su eliminación del torneo, fue multado con 250.000 dólares. A nivel deportivo, su estadio, el Libertadores de América, fue inhabilitado por siete partidos en competencias Conmebol, y se le prohibió llevar aficionados a sus próximos siete encuentros como visitante.

Por su parte, la Universidad de Chile recibió una sanción económica aún mayor, cercana a los 270.000 dólares.

El club chileno también deberá disputar sus siguientes siete partidos como local a puerta cerrada y no podrá contar con hinchas en sus próximos siete juegos de visitante.

Estas medidas, consideradas de las más drásticas en la historia reciente del torneo, reflejan la gravedad de los incidentes, que incluyeron una "batalla campal", "quema de banderas" y "destrozos". La Conmebol busca con estas sanciones enviar un mensaje claro de que no tolerará la violencia, responsabilizando directamente a los clubes por garantizar la seguridad y el buen comportamiento en los estadios, con consecuencias que van más allá de lo económico y afectan directamente la experiencia deportiva.