El caso de Dayro Moreno con Once Caldas es el ejemplo más claro de cómo el torneo sirve de escenario para que futbolistas consolidados reafirmen su valor y silencien las críticas sobre su edad. A sus casi 40 años, Moreno ha utilizado la vitrina internacional de la Sudamericana para probar que su capacidad goleadora está intacta. Liderando la tabla de artilleros con ocho tantos, su rendimiento ha sido tan influyente que le valió un llamado a la Selección Colombia después de casi una década. En sus propias palabras, “lo que juega no es la edad, son los goles”, una filosofía que ha respaldado con hechos en cada partido del torneo continental. Su éxito en la competencia internacional, donde ha sido determinante para que Once Caldas avance a cuartos de final, ha sido el argumento irrefutable para su convocatoria. Este fenómeno no es aislado; la Sudamericana ofrece a jugadores con una vasta trayectoria la oportunidad de competir a un alto nivel, mantenerse en el radar de sus selecciones nacionales y demostrar que aún pueden ser decisivos. Para Moreno, el torneo ha sido una revancha personal y profesional, permitiéndole alcanzar nuevos récords y regresar al máximo nivel del fútbol de selecciones, probando que el talento y la efectividad no tienen fecha de caducidad.
