La pérdida del premio por avanzar a cuartos compromete parte del presupuesto y obliga a la directiva a buscar nuevas fuentes de ingresos para compensar el déficit.

Este golpe financiero se suma a la presión deportiva de un club acostumbrado a ser protagonista continental y que ahora debe reenfocar sus esfuerzos en los torneos locales. La eliminación subraya la alta dependencia que tienen los equipos colombianos de los premios de Conmebol para mantener su competitividad y estabilidad económica, haciendo que cada derrota en instancias decisivas tenga consecuencias que trascienden lo que sucede en la cancha. La directiva deberá ahora gestionar un semestre con menos recursos de los proyectados, mientras la hinchada exige resultados que estén a la altura de la historia del club.