Este resultado, calificado como un "fracaso sonoro" y un "golpe muy duro", no solo terminó con las aspiraciones continentales del club, sino que también profundizó la crisis de resultados que atraviesa el equipo en el semestre. La serie se definió en el estadio Morumbí tras un empate 1-1 en el tiempo reglamentario, lo que llevó la decisión a la tanda de penales, donde el equipo brasileño se impuso por 4-3. La eliminación tuvo un impacto multifacético. En lo deportivo, obligó al club a reenfocar sus objetivos exclusivamente en los torneos locales, la Liga y la Copa BetPlay, como una "revancha obligada" para salvar la temporada. Económicamente, la derrota fue significativa, ya que Nacional dejó de percibir 1,7 millones de dólares en premios que habría obtenido al avanzar a cuartos de final. Anímicamente, el golpe fue evidente en el plantel y el cuerpo técnico, como lo expresó el entrenador Javier Gandolfi, quien admitió que el equipo llegó "golpeado" al siguiente partido de liga contra América de Cali. La eliminación también generó un fuerte descontento en la hinchada, que cuestionó el rendimiento de varios jugadores y las decisiones técnicas, especialmente durante la tanda de penales. Este resultado adverso se suma a un rendimiento irregular en la liga local, dejando al club con la presión de obtener títulos nacionales para compensar el fracaso internacional.