La reacción del jugador evidenció su molestia y generó debate sobre la dinámica interna del equipo en un momento crucial de la Copa Libertadores. El incidente ocurrió en el arranque de la segunda mitad, justo después de que River Plate sufriera la expulsión de Giuliano Galoppo. Ante la necesidad de reajustar tácticamente al equipo por la inferioridad numérica, Gallardo decidió sacrificar a Quintero, uno de sus principales generadores de juego, para dar ingreso a Matías Galarza y fortalecer la estructura defensiva. Aunque la decisión era comprensible desde el punto de vista estratégico, el volante colombiano, que estaba siendo una de las figuras del encuentro, no ocultó su frustración. Las cámaras de televisión captaron su evidente molestia al sentarse en el banquillo, un gesto que fue ampliamente comentado. Este episodio refleja la alta presión que se vive en las instancias definitivas de la Copa Libertadores, donde las decisiones técnicas pueden chocar con las expectativas de los jugadores. A pesar del momento tenso, River logró mantener el resultado y finalmente se impuso en la tanda de penales, pero la reacción de Quintero dejó una imagen que alimentó las discusiones sobre el manejo del grupo en momentos de alta tensión.
