El sancocho de bagre, un plato tradicional con profundas raíces en la cocina popular colombiana, mantiene su vigencia en Medellín, especialmente en lugares emblemáticos como la Plaza Minorista. A pesar de ser un plato que ha migrado de las cocinas caseras a los restaurantes, sigue siendo un referente de sabor, sustancia y un remedio popular contra el “guayabo”. Los artículos se centran en la experiencia culinaria que ofrece el restaurante “La Ricura del Pacífico”, ubicado en la Plaza Minorista José María Villa, un epicentro de la gastronomía popular de la ciudad. La descripción detallada del plato —“un plato hondo repleto con caldo amarillo y sustancioso, papa, yuca y... dos porciones de pescado”— lo presenta como una comida robusta y reconfortante.
Un punto clave que se resalta es la evolución de su consumo; el texto señala que “hoy por hoy, nadie te invita a bagre en casa propia.
Para comerlo hay que salir a restaurantes”.
Esta observación apunta a una transformación en los hábitos culinarios domésticos, donde la preparación de recetas complejas y de larga cocción se cede a establecimientos especializados.
A pesar de esto, su popularidad no ha disminuido, como lo demuestra la dueña del restaurante, doña Nelly, quien afirma despachar hasta cien sancochos en un domingo. El plato es valorado no solo por su sabor, sino también por su función como “ritual curativo” para la resaca.
El acto de comerlo es descrito como una “ceremonia”, lo que le confiere un significado que va más allá de la simple alimentación, convirtiéndolo en una experiencia social y cultural que resiste el paso del tiempo.
En resumenEl sancocho de bagre se reafirma como un baluarte de la cocina popular en Medellín, con epicentros como el restaurante La Ricura del Pacífico en la Plaza Minorista. Aunque su preparación se ha desplazado del ámbito doméstico al comercial, su popularidad persiste, valorado por su sabor robusto, su poder reconstituyente y el ritual social que representa su consumo.