Los artículos conmemorativos recuerdan el origen del plato, atribuido al aristócrata británico John Montagu, IV Conde de Sandwich, quien lo popularizó en el siglo XVIII.

Esta anécdota histórica sirve como punto de partida para destacar la increíble capacidad de adaptación del sándwich, que ha evolucionado hasta convertirse en un fenómeno global con innumerables variantes culturales, desde el panino italiano hasta la torta mexicana.

En Colombia, su relevancia no es solo cultural sino también estadística.

Un estudio citado en uno de los artículos revela un dato contundente: cuatro de cada diez colombianos incluyen el sándwich en su dieta de manera regular. Esta cifra demuestra que el plato ha trascendido su imagen de comida rápida ocasional para convertirse en un componente habitual de la alimentación. El análisis va más allá, detallando los hábitos de consumo: quienes lo comen lo hacen casi dos veces por semana, y, de forma significativa, el 53 % de estas ocasiones corresponden a la cena. Este último dato es particularmente revelador, pues posiciona al sándwich como una alternativa sólida a las comidas más tradicionales de la noche, probablemente por su conveniencia, versatilidad y la posibilidad de adaptarlo a diferentes gustos y presupuestos. La combinación de la celebración global y los datos de consumo local pintan un cuadro claro de un plato que está firmemente arraigado en las costumbres colombianas.