El libro es presentado como un homenaje al legado gastronómico campesino, y su éxito demuestra, según los artículos, “cómo la educación técnica puede fortalecer las raíces culturales”.
El premio posiciona la formación culinaria colombiana a nivel global, subrayando la calidad y profundidad del trabajo realizado en colaboración con las comunidades locales.
Este enfoque colaborativo es clave, ya que asegura que el conocimiento ancestral sea documentado y transmitido de manera respetuosa y auténtica.
El reconocimiento también refleja una tendencia global de valoración por las cocinas regionales y las historias detrás de los alimentos. Para Colombia, este logro refuerza la importancia de sus cocinas tradicionales como un activo cultural invaluable y un potencial atractivo para el turismo gastronómico, incentivando a otras instituciones a seguir el ejemplo de investigar y difundir la vasta diversidad culinaria del país.







