Los artículos destacan que este es un “primer paso hacia intercambios de mayor proporción tanto en lo comercial y empresarial, como en lo turístico”. De esta manera, el festival trasciende lo gastronómico para convertirse en un motor de desarrollo económico para la región. Se espera que la presencia italiana atraiga a un mayor número de visitantes y genere un valioso intercambio de conocimientos entre los chefs y productores locales y sus contrapartes italianas. Este evento se consolida así como uno de los más llamativos de su género en Cundinamarca y en el país, subrayando el poder de la gastronomía como herramienta para fortalecer lazos culturales y comerciales.