En su decimoctava edición, la feria Sabor Barranquilla reafirmó su posición como el evento culinario más importante de la región Caribe, destacándose por su masiva asistencia, impacto económico y su enfoque en la sostenibilidad y la tradición. Bajo el lema “La cocina es VIDA”, la feria, celebrada del 21 al 24 de agosto en el Centro de Eventos Puerta de Oro, superó las expectativas al recibir a más de 22.000 visitantes y generar ventas por $2.400 millones, lo que representa un notable incremento del 47,45% en comparación con la edición anterior. Este éxito económico subraya el papel del evento como un dinamizador clave para la economía local, beneficiando no solo a los 165 expositores, sino también a los sectores hotelero, de transporte y logístico. La directora de Sabor Barranquilla, Patricia Maestre de Celia, destacó la solidez del evento: “Hemos llegado a la mayoría de edad con una feria sólida, profesional y con calidad.
Hoy Sabor Barranquilla tiene una voz fuerte para defender nuestra cultura y nuestra sociedad desde las cocinas del Caribe”.
La feria sirvió como una plataforma crucial para más de 30 emprendimientos, que presentaron productos innovadores como mini bollos de yuca al vacío y empanadas de cucayo, fusionando tradición con nuevas tendencias.
Gastronómicamente, el evento rindió homenaje al millo, un cereal tradicional del Atlántico, y tuvo a Valledupar como ciudad invitada.
La programación incluyó la participación de reconocidos chefs nacionales e internacionales como Harry Sasson, Chris Carpentier y Hajime Kasuga, así como cocineras tradicionales como Rosita Bertel, quien afirmó: “Mi cocina es mi manera de cuidar la memoria de los Montes de María”. Además, la sostenibilidad fue un eje central, con foros académicos y la presencia de la tienda Atlántico Verde, que promovió negocios sostenibles y el consumo responsable.
En resumenSabor Barranquilla 2025 culminó como un éxito rotundo, no solo en cifras de asistencia y ventas, sino también en su misión de proyectar la riqueza culinaria del Caribe. El evento funcionó como un motor para la economía local, una vitrina para emprendedores y un espacio para la reflexión sobre la sostenibilidad y la preservación de la identidad cultural a través de la gastronomía, consolidando a Barranquilla como un destino turístico y culinario de primer nivel.