Este fenómeno va más allá de un simple postre, transformando el helado en una experiencia gourmet. Orso Heladería, mencionada consistentemente como un referente y con locales en varios barrios de la ciudad, es descrita como "sinónimo de helado artesanal de alta calidad".
La tendencia se caracteriza por una marcada preferencia por lo natural y lo sofisticado, alejándose de los productos industriales. Las propuestas incluyen el uso de frutas exóticas locales, la elaboración de recetas tradicionales italianas y la creación de opciones veganas para satisfacer a un público cada vez más segmentado y consciente de su alimentación. Este movimiento refleja un cambio en el comportamiento del consumidor, que ahora valora el proceso de elaboración, la procedencia de los ingredientes y la creatividad del artesano. El auge de estas heladerías demuestra que el mercado bogotano está dispuesto a pagar por un producto de mayor calidad, convirtiendo un antojo casual en una experiencia culinaria comparable a la del café de especialidad o la cerveza artesanal, y consolidando a la capital como un epicentro de innovación en el sector de los postres.