El guion no solo es erudito, sino que también explora la capacidad humana para la crueldad y la catarsis del perdón, temas que Del Toro considera relevantes en el contexto global actual. El propio cineasta ha declarado que su motivación trasciende lo político para adentrarse en lo espiritual: “Las atrocidades a las que asistimos tienen una razón de ser espiritual.

Y ahí se dirige mi Frankenstein”.

Así, la película se erige como un espectáculo de ópera trágica que reflexiona sobre la soberbia humana y el misterio de la vida, buscando que el espectador vea lo mil veces visto como si fuera la primera vez.