La medida, según Trump, busca proteger la industria cinematográfica estadounidense, la cual considera que ha sido “robada” por otras naciones “como si le quitaran un caramelo a un bebé”. Esta propuesta, que ya había sido mencionada por el mandatario en ocasiones anteriores, ha generado una fuerte reacción de preocupación e incertidumbre en Hollywood y en la industria cinematográfica global. De concretarse, el arancel duplicaría el costo de distribución de películas internacionales en el mercado estadounidense, lo que podría limitar drásticamente la diversidad de contenidos en las salas de cine y afectar a estudios que dependen de coproducciones internacionales y de los ingresos de la taquilla en Estados Unidos. Analistas y expertos del sector plantean serias dudas sobre la viabilidad y legalidad de la medida, especialmente en lo que respecta a las producciones con financiación mixta o aquellas distribuidas a través de plataformas digitales, donde la aplicación de un arancel tradicional es técnicamente compleja.
Existe también el temor de que otros países tomen represalias, imponiendo barreras similares al contenido estadounidense y afectando las exportaciones culturales del país.
Hasta el momento, la propuesta no se ha traducido en una legislación formal ni se ha establecido una fecha para su posible implementación, pero el solo anuncio ha reavivado el debate sobre el proteccionismo en la industria cultural.