La presentación de Tilly Norwood, la primera actriz creada íntegramente con inteligencia artificial, en el Festival de Zúrich ha desatado una ola de críticas y temores en la industria cinematográfica. Descrita por su creadora, Eline Van der Velden, como la “próxima Scarlett Johansson”, Tilly ha sido calificada como una “obra de arte” que abre nuevas posibilidades creativas, pero ha sido recibida con un rechazo contundente por parte de actores y sindicatos. El sindicato de actores de Hollywood, SAG-AFTRA, emitió un comunicado enérgico, declarando que “Tilly Norwood no es una actriz, es un personaje generado por un programa informático entrenado con el trabajo de innumerables artistas profesionales, sin permiso ni compensación”. La organización denunció la tecnología como un intento de “sustitución de intérpretes humanos por sintéticos” y recordó a las productoras sus obligaciones contractuales que exigen negociación antes de utilizar este tipo de herramientas. Figuras de Hollywood también expresaron su preocupación.
La actriz Emily Blunt calificó la creación de “aterradora” y afirmó: “Por favor, dejen de arrebatarnos nuestra conexión humana”. Por su parte, Van der Velden defendió su proyecto, argumentando que la IA es una herramienta más para contar historias, similar a la animación o los efectos CGI, y que “al público le importa la historia, no si la estrella tiene pulso”. A pesar de la controversia, se informó que Tilly ya está atrayendo el interés de agencias de talento, lo que sugiere que la era de los actores sintéticos podría ser una realidad inminente, planteando un profundo debate sobre el futuro del trabajo actoral, la propiedad intelectual y la esencia misma de la creatividad humana en el cine.
En resumenLa aparición de Tilly Norwood, una actriz generada por IA, ha encendido las alarmas en Hollywood, provocando un fuerte rechazo del sindicato de actores y figuras de la industria. Este hecho marca un punto de inflexión en el debate sobre el uso de la inteligencia artificial en el cine, cuestionando el futuro de la profesión actoral y los límites de la creatividad tecnológica.