Desde el momento de la retención, diversas organizaciones humanitarias y entidades gubernamentales habían exigido su liberación inmediata, respetando los principios del Derecho Internacional Humanitario. La noticia de su liberación fue recibida con alivio tanto por las Fuerzas Militares como por las familias de los soldados, quienes vivieron días de angustia e incertidumbre. Tras ser entregados a la comisión humanitaria, los uniformados fueron trasladados a un batallón de la región para recibir atención médica y psicológica necesaria, y para iniciar el proceso de reencuentro con sus seres queridos. Unidades militares esperaban su llegada para brindarles el soporte requerido después de la traumática experiencia. Este hecho, aunque se origina en una grave infracción al DIH como lo es el secuestro, representa un desenlace positivo en medio de la compleja situación de orden público que se vive en el departamento de Arauca, una zona donde la presencia y disputa entre diferentes grupos armados ilegales, como el ELN y las disidencias de las Farc, mantiene en vilo a la población civil y a la Fuerza Pública.