La indignación nacional fue inmediata, con figuras públicas y organizaciones animalistas exigiendo justicia.

La presión social y una recompensa de 50 millones de pesos ofrecida por la Gobernación de Antioquia contribuyeron a que Oviedo se entregara en Yarumal, Antioquia, llevando consigo al perro. Inicialmente, el agresor había nombrado al canino como 'Sicario', un detalle que, según la senadora Andrea Padilla, evidenciaba la percepción que tenía sobre su mascota. Tras ser rescatado, el equipo veterinario de la Universidad Remington en Medellín, que se encargó de su recuperación física y emocional, lo rebautizó como 'Bizcocho', marcando el inicio de una nueva vida. A pesar de los traumas, el perro mostró una notable recuperación. La historia culminó cuando el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, confirmó que el animal sería adoptado por la Policía de Antioquia, donde recibió el título simbólico de 'Coronel Bizcocho' para darle “una vida digna, segura y llena de afecto”. Paralelamente, la Fiscalía imputó a Oviedo por el delito de lesiones que menoscaban gravemente la salud de un animal, en modalidad agravada, cargos que el acusado aceptó.