Los ciudadanos se organizaron rápidamente, extendiéndose desde el borde del caño hasta la parte baja donde se encontraba el animal en peligro. La maniobra coordinada permitió que uno de los rescatistas, ubicado en el extremo de la cadena, lograra sujetar a la perra por el collar. Posteriormente, el grupo tiró al unísono para subirla metro a metro hasta ponerla a salvo en el césped. Una vez en tierra firme, el animal, visiblemente aliviado, se sacudió el agua mientras los rescatistas celebraban el éxito de la operación.

Este evento resalta un notable contraste con las frecuentes noticias sobre maltrato animal, ofreciendo una narrativa de esperanza y empatía. La acción desinteresada de estos ciudadanos no solo salvó una vida, sino que también se convirtió en un inspirador ejemplo de cómo la comunidad puede organizarse de manera espontánea y efectiva para responder a una emergencia, reafirmando el valor de la solidaridad en la vida urbana.