Además de Samantha, las autoridades lograron rescatar a dos gatos que también estaban en poder del hombre y que, según denuncias, había intentado esconder.

La comunidad no se quedó de brazos cruzados y organizó un plantón frente al edificio del agresor para exigir justicia. Los exámenes veterinarios posteriores revelaron que Samantha sufría de “dolor en la columna y las costillas”, confirmando la severidad del maltrato. Este caso demuestra cómo la acción ciudadana, amplificada por las redes sociales, puede ser un catalizador efectivo para la aplicación de las leyes de protección animal y para generar conciencia sobre la responsabilidad que implica tener una mascota.