El cambio ha sido impulsado por una combinación de iniciativas comunitarias y políticas públicas. Proyectos de urbanismo social, como las icónicas escaleras eléctricas que reemplazaron 350 escalones de concreto, mejoraron drásticamente la movilidad y la calidad de vida de más de 12.000 personas. A su vez, el arte urbano, con sus coloridos murales y grafitis, se convirtió en la principal herramienta narrativa de la comunidad, contando historias de dolor, lucha y esperanza.

Esta explosión artística no solo embelleció el entorno, sino que sentó las bases del popular “graffitour”, que hoy es el motor económico para muchos jóvenes guías y emprendedores locales.

La innovación también ha encontrado un lugar, con la creación de esculturas en 3D, como la de un abuelo con sombrero vueltiao compuesta por 5.700 piezas, que fusionan tecnología y tradición. La transformación también se refleja en el ámbito social, donde la Secretaría de Educación de Medellín reporta una reducción a la mitad de la deserción escolar, una cifra que no se lograba en más de una década, gracias a un acompañamiento a más de 800 estudiantes. Además, se ha priorizado una inversión de 62 mil millones de pesos para mejorar 22 establecimientos educativos, demostrando que la apuesta por la educación es un pilar fundamental de esta nueva etapa.